El Muro Fronterizo fue iniciado en 1993, en El Paso, Texas, como una de las primeras acciones de Bill Clinton en el tema de migración. Éste comenzó con un segmento de 16.09 kilómetros, y a la fecha constituye una línea de mil 46 kilómetros, para una frontera que tiene un total de 3 mil 185 kilómetros.

El Muro Fronterizo es una barrera ideada para detener el flujo migratorio ilegal hacia Estados Unidos, y consta de estructuras metálicas de segunda mano, algunas fueron plataformas utilizadas por el Ejército Estadounidense durante la Guerra del Golfo Pérsico. Sin embargo cuenta también con tecnología de punta como iluminación, sensores de calor y de movimiento, vigilancia aérea, vehículos terrestres y personal para detener a quien busque cruzar sin permiso desde México.

Cuando en 1992 el número de agentes fronterizos era de 4 mil 135, hoy podría rondar los 25 mil.

Investigadores en fenómenos sociales y migratorios ponderaron que la probable instalación total de un muro que marque la frontera entre México y Estados Unidos, representaría un colapso ecológico en la región, modificaciones en el flujo de capital e incluso es la representación de un “acto de guerra”, pero jamás detendrá los flujos migratorios, los cuales siempre encontrarán formas de prevalecer.

Especialistas en el tema coincidieron en que de entrada es complicado que Donald Trump cumpla a cabalidad su promesa de campaña, y concluya la obra de ingeniería.

De acuerdo con María Eugenia Anguiano Téllez, investigadora del Colegio de la Frontera Norte –Colef-, la medida ha provocado que los migrantes busquen rutas distintas a las convencionales, y al cruzar por el desierto, lejos de zonas de abastecimiento de agua y alimentos, y de redes de comunicación, como carreteras, en una zona totalmente inhóspita, han puesto en riesgo sus propias vidas. Se calcula que más de 10 mil personas han muerto desde el inicio de las medidas anti inmigrantes, al buscar cruzar la frontera.

Desde 1993 a la fecha, el Gobierno de Estados Unidos pasó de simples llamados, al control fronterizo disuasivo, que derivó a las políticas antiinmigrantes que hoy conocemos.

Entre los años 1993 y 2001, la administración del demócrata Bill Clinton, estableció un control fronterizo progresivo, colocando las primeras bases del Muro Fronterizo en El Paso, Texas, el cruce histórico por excelencia desde el Virreinato.

El control fue más allá del muro, llegando a la disuasión con operativos en localidades fronterizas colindantes con México.

Fue luego de los atentados del 11 de Septiembre de 2001, cuando el gobierno del republicano George W. Bush, quiso dar un enfoque de seguridad ‘antiterrorista’ al tema.

“Cosa que realmente no tenía un motivo real, porque recordemos que los presuntos autores de los atentados del 11 de Septiembre entraron por Canadá, ni siquiera eran latinoamericanos”, recordó Anguiano Téllez.

La alerta antiterrorista, llevó a la administración Bush Jr., a establecer también operativos de control desde el interior, buscando ilegales en estados como Illinois, Texas, California y Nueva York, por citar algunos.

Pero entre 2008 y 2016, ya con la llegada de Barack Obama, la crisis económica intensificó las  políticas antiinmigrantes, concretando casi 3 millones de deportaciones.

Datos del Departamento de Seguridad Nacional –DHS- indican que 2 millones 571 mil 860 personas fueron deportadas entre los años fiscales 2009 y 2015.

El año fiscal 2016, hasta el 30 de Julio, el gobierno del demócrata Barack Obama expulsó a 196 mil 497 personas con estatus de ilegal, sin contar a los deportados que se han registrado y se contabilizarán del 1 de Agosto de 2016, al 20 de Enero de 2017.

Pese al número de deportaciones, se estima que todavía permanezcan en Estados Unidos más de 11 millones de indocumentados.

Empleo y desempleo

María Eugenia Anguiano Téllez, investigadora del Colegio de la Frontera Norte –Colef- desde hace 30 años y radicada en Tijuana, recordó que el recrudecimiento en las medidas de deportación y de seguridad en el muro fronterizo, elevaron los niveles de desempleo en la franja fronteriza mexicana.

Y curiosamente los datos se dan durante la administración de Barack Obama.

De acuerdo con una gráfica elaborada por Rosa María Garbey, a fin de ilustrar la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2015, durante los años 2009 y 2010, la tasa de desocupación en la frontera norte mexicana llegó hasta el 6.7 por ciento, cuando en 2008 era de 4.1. El año pasado descendió a 4.8 por ciento.

Esto indica que miles de personas se quedaron varadas en la frontera en su idea de pasar a Estados Unidos, o bien, que fueron deportadas y también se quedaron en esa franja, no logrando hallar algún empleo.

En este sentido, la tasa de desocupación nacional era del 3.5 en 2008, y los dos años siguientes fue de 5.2 hasta descender a 4.3 en 2015.

La investigadora recordó que las políticas antiinmigrantes también afectaron la productividad estadounidense.

“Por un lado, la crisis financiera y económica que inició 2007-2008 que contrajo las opciones laborales en los sectores en que ellos se emplean ampliamente, especialmente el sector de la construcción. Por otro, emergieron múltiples políticas estatales anti-inmigrantes y, con ellas, un incremento masivo de detenciones, deportaciones y expulsiones cuya cifra se estima en dos millones de personas, la gran mayoría mexicanos y centroamericanos. A diferencia de las deportaciones de décadas previas ocurridas regularmente en las inmediaciones fronterizas, las recientes se han extendido al interior del territorio estadounidense y han afectado a inmigrantes que habían permanecido por largo tiempo en ese país; en consecuencia, una amplia proporción de ellos han conformado familias con hijos nacidos la Unión Americana”.

Para Anguiano Téllez, estos acontecimientos han tenido repercusiones en las localidades de la frontera norte mexicana.

Prevén cambios de hábitos en el consumo

Está comprobado que los mexicanos deportados o que simplemente, pasan un tiempo en México luego de vivir en Estados Unidos, tienen nostalgia por el consumo en Estados Unidos.

el investigador de la Universidad de Guanajuato, Emigdio Larios Gómez, divulgó que los migrantes mexicanos cambian sus hábitos de consumo al pasar a Estados Unidos y luego volver, de acuerdo con su conferencia ‘Puebla – York: Migración y consumo desde la perspectiva del Modelo Marketing Nostalgic’.

Larios Gómez explicó que tras realizar un estudio a 33 migrantes mexicanos, básicamente originarios del estado de Puebla, que llegaron a vivir a Nueva York, se encontró que simplemente se acostumbraron al consumismo estadounidense bajo el costo de consumir siempre productos que les recuerden a su lugar de origen.

Con base en el Modelo Marketing Nostalgic, los poblanos fueron entrevistados para lograr, puntualizó, una investigación exploratoria, no experimental con enfoque cualitativo.

A esto, expuso el investigador, los resultados muestran que los emigrantes poblanos que viven en lo que llamó ‘Puebla York’, consumen por nostalgia, cultura y arraigo.

“Consumen por el deseo de reproducir costumbres propias que les permitan mantener su identidad nacional mientras vive en los Estados Unidos”.

Larios Gómez ilustró que para el contexto de la investigación, nostalgia es el estado de decaimiento, melancolía y de languidez causado por el pesar obsesivo o el recuerdo del lugar de origen. Y en este caso del migrante poblano ligado al consumo de productos nacionales y estadounidenses (bienes, servicios, ideas y experiencias), desde la experiencia como inmigrantes mexicanos en Estados Unidos.

A su regreso o visita a México los mismos migrantes y/o sus hijos, toman un rol de consumidor multicultural o pluricultural.

“Asumen una identidad ambicultural, puesto que cuentan con la capacidad y voluntad para funcionar competentemente en dos culturas, sin ni siquiera pensar en ello, permitiendo mantener en forma simultánea la herencia cultural mexicana, esforzándose en conservar costumbres o ritos nacionales como la comida, idioma y religión”.

Ellos se identifican a sí mismos como estadounidenses al dejarse influenciar por la hegemonía cultural ‘wasp’, es decir, a través de eventos estadounidenses tipo el Super Bowl o la entrega de los premios Oscar, o bien, las compras en Wal-Mart, y marcas como Coca-Cola o MacDonalds, y siguen noticias acerca de celebridades estadounidenses como Katy Perry o Britney Spears, la riqueza de Bill Gates y a creatividad de Steve Jobs.

Cabe recordar que en barrios latinos de Nueva York viven más de un millón de poblanos, lo que representa una sexta parte de la población total del estado, de acuerdo con cifras del año 2015 emitidas por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática –INEGI-.

La historia del Muro comienza con Clinton

Curiosamente, durante la administración del entonces Presidente Bill Clinton -1993-2001-, esposo de la ex candidata demócrata Hillary Clinton, fue colocada la primera cerca del muro fronterizo que hoy Donald Trump quiere terminar.

La primera cerca fue instalada en 1993, desde Columbus, Nuevo México, hasta El Paso, Texas, sobre la frontera con Chihuahua. Esta línea tiene una extensión lineal de 150 kilómetros y se denominó ‘Bloqueo’.

La segunda parte del muro se levantó en 1994. La llamada operación ‘Guardián’ se construyó entre California y Baja California, con una extensión de 32 kilómetros.

Entre Arizona y Sonora, el Muro Fronterizo ha tenido distintas etapas. Su primera llamada ‘Salvaguarda’, en 1995. Después vio modificaciones en su extensión con las operaciones ‘Salvaguarda’, ‘Salvamento, ‘ABC’, y ‘Cooper’, en 2003, 2004 y 2010 respectivamente. Hoy se alzan 500 kilómetros de barda desde Calexico, California, hasta Douglas, Arizona.

La operación ‘Río Grande’ del año 1997, precisamente ubicada sobre el Río Bravo, tiene dos caras, una entre Texas y Coahuila que va desde Del Río hasta Piedras Negras, de 105 kilómetros de longitud, y otra que delimita a Texas con Tamaulipas, que consta de 345 kilómetros, y que va de Laredo hasta el Golfo de México.